Español: Ventura Román Calvo fue una ilicitana, activa integrante de la Unión General de Trabajadores (UGT) y afiliada a la Agrupación Socialista de Elche. Nacida en 1891, siendo hija de Antonia Calvo Mendiela y Pascual Román Antón, quien desempeñó el rol de primer alcalde de Elche en la Segunda República. En compañía de sus tres hermanas, Concha, Virginia y Antonia, Ventura asistió al colegio religioso "Les Francesetes" y se nutrió de una formación musical.
Después de completar sus estudios, Ventura se empleó como bordadora, al mismo tiempo que contribuía con escritos para el semanario socialista de Elche, denominado "Trabajo". En dicho periódico, defendió con firmeza opiniones anticlericales y promovió los valores socialistas. Asimismo, participó en representaciones teatrales destinadas a recaudar fondos benéficos.
En el año 1912, Ventura contrajo matrimonio con Francisco Miñana Antón, con quien tuvo una hija llamada Gloria. Esta última se convirtió en la primera mujer en obtener una licenciatura y ejercer la medicina en Elche. Tras el nacimiento de su hija en 1913, Ventura Román falleció a la temprana edad de 22 años, a causa de fiebres ocasionadas por el parto.
Su fallecimiento fue difundido en el semanario en el que colaboraba, y en el primer aniversario de su muerte, "Trabajo" le rindió el siguiente sentido tributo poético:
¡Ha muerto!
Juventud, talento, hermosura física y belleza moral: todo lo ha arrebatado la Parea fiera al cortar el hilo de su preciosa existencia. Solo una cosa, que vivirá en nosotros tanto como nosotros mismos, no ha podido destruir la muerte: el recuerdo imperecedero, grabado indeleblemente en la memoria de todos los que la trataron, de sus bondades, de sus virtudes, que las hacían a más de amante hija y buena esposa, mujer de excepcionales condiciones, espíritu superior…
Tenía 22 años de edad. Era hija de Pascual Román Antón y Antonia Calvo Mendiela, hoy madre afligidísima que, como el padre, difícilmente verá cicatrizada, ni aún con la opción del tiempo, la honda herida que acaba de sufrir. Estaba casada civilmente con Francisco Miñana Antón, de quien, desde niña, y en secreto por nadie conocido hasta la edad conveniente, fue novia. Muere cuando llevaba aproximadamente un año de matrimonio, al dar a luz una niña - su sueño dorado - que había sido inscrita civilmente con el nombre de Gloria. Pocas veces las dichas, las satisfacciones todas, se reúnen en torno de una persona como se congregaban el domingo pasado en derredor de la que en estos momentos lloramos.
La conocíamos desde que era niña, cuando en los periódicos se escribía “la niña Ventura Román etc” reseñando actos de propaganda socialista en que ella con soltura, con gracia inimitable, recitaba poesías. Desde los primeros años fue la suya una inteligencia precoz, que fácilmente se asimilaba cuando leía u observaba. Pronto y bien aprendió gramática, geografía, primera y segunda parte de aritmética, contabilidad por partida doble, música, dibujo y pintura. Tenía gusto exquisito para la confección de trajes de señora y de niño. Sabía hacer versos y declamar. Cuántas veces tomó parte en funciones teatrales, siempre con destino a actos benéficos, lo hizo revelando extraordinarias condiciones. Ventura Román tenía inspiración, inventiva. No sabía solo lo que le habían enseñado, sino que también lo que por sí sola investigaba y descrubría ayudada eficazmente por un cerebro poderoso.
Manifestó siempre grandes aficiones y actitudes literarias, y ha colaborado, entre otros, en este periodico. Suyo es el artículo que en otro lugar de este número publicamos, escrito, siendo todavía una niña, en el álbum de nuestro amigo Ramón Bretóns, de donde lo copiamos. Su familia toda y especialmente su madre ¡madre afligida! LLoran hoy, muy justamente, su muerte. Sus amigos, admiradores y el pueblo en general, también la lloran.
Naturalmente que una mujer de estas condiciones no podía estar ni estaba influida por ningún fanatismo religioso. De ahí su casamiento civil, el no bautizo de su hija y consecuentemente el entierro, civil tambié, que alcanzó extraordinaria escorrentía en que se testimoniaron las generales simpatías que gozaba la difunta, yendo enorme gentío hasta el cementerio que recibió sepultura.
Si de algún lenitivo puede servirles a nuestros amigos y compañeros Antonia Calvo Mnediela, madre, Pascual Román Antón, padre, Francisco Miñana ANtón, viudo, y demás familia de la difunta la participación que nosotros tenemos en su dolor, sepas que muy sinceramente tomamos parte en su desgracia.