Español: El tema de
Adonis, aparte de aludir al ciclo de la naturaleza, es un pretexto para representar la belleza masculina por excelencia, más bello que el mismo, según dice Ovidio. En esta obra el pintor se esfuerza por interpretar un argumento del repertorio académico tradicional con caracteres del Realismo moderno, ya que Adonis, héroe de la mitología griega, criado entre las diosas Perséfone y Afrodita, y amante de esta, murió destrozado por un jabalí, momento aquí representado con el cuerpo moribundo de Adonis, en escorzo, tumbado junto a su perro, a la izquierda, sobre la hierba. En segundo término, el tronco caído de un árbol. Ovidio narra el tema en Las metamorfosis (Libro X, 10): Por casualidad, habiendo seguido las huellas de un jabalí, los perros le sacaron de su madriguera y, cuando estaba a punto de salir del bosque, el joven hijo de Cinias le traspasó con un tiro oblicuo. Al instante, el feroz jabalí, con su curvado hocico, hace caer el venablo teñido en sangre, y, mientras Adonis tiembla y busca un refugio, le persigue y le hunde en la ingle sus dientes todos, derrumbándolo moribundo sobre la rubia arena. Se trata del cuadro correspondiente a su primer envío reglamentario como pensionado en Roma, del que se ocupó durante el año 1889. Se encontraba ya terminado el 15 de enero de 1890 y mereció la calificación honorífica cuando fue juzgado por los académicos de San Fernando en junio de ese año. La figura en escorzo, aunque tiene múltiples referencias tanto en la pintura como en la escultura occidental desde el Renacimiento, es particularmente similar a la de Marsias en el cuadro de Jusepe de Ribera Apolo y Marsias (Nápoles, Museo de San Martino). Desde luego, por ciertos errores en la representación anatómica, parece más dependiente de otra representación que de un estudio del natural. En todo caso, apenas se sustrae a las obligaciones del Reglamento que resuelve con discreción en lo que a la figura respecta. El conjunto del cuadro, sin embargo, resulta de gran interés, en especial debido al tratamiento de la naturaleza, que tiene la frescura y viveza de lo captado directamente, con toques sueltos de color que sin perder la fidelidad realista poseen una gran espontaneidad (Texto extractado de Roma y el ideal académico: la pintura en la Academia Española de Roma 1873-1903, Comunidad de Madrid, 1992, p. 138).